El día 13, ante lo imposible de poder subir víveres, municiones y agua al fuerte, y con la orden de evacuar el fuerte, se le aconseja a Young que proponga una capitulación. El se niega de momento, además de decirles que sería inútil, pues bien se sabía cuales eran las ordenes del virrey, sin embargo acaba por aceptarlo al tomar en cuenta la idea de así poder salvar a los más indefensos del fuerte como mujeres, niños y heridos. Se dá la señal de parlamento, y son dos los comisionados que bajan a conferenciar con Liñan: el norteamericano Hennessey y el prisionero realista Lic. Solórzano. Liñan se niega, sólo acepta la rendición a discreción. Don Pedro Moreno le manda un pliego proponiéndole capitulación donde le pide que le explique cual será su conducta con los criollos y con los extranjeros...pero Liñan ya no reponde...
En el fuerte ya reina la desesperación, gatos, perros, caballos, burros todo ha servido de alimento, la gente busca los xoconoxtles entre los nopales y ese fruto rojo de la biznaga llamada chirlito para conseguir un poco de líquido. Las deserciones son cosa de todos los días, tanto de criollos como de extranjeros, pero no todos corren con buena suerte, pues muchos caen en manos de los realistas quienes los fusilan de inmediato. Ya no quedan en el fuerte más que 150 hombres de guarnición útiles, y entre todos ya no son más de 300 contra los casi 3000 soldados bien frescos y alimentados que intentan tomar el fuerte. Liñan, temeroso a la deshonra que significaría tomar un fuerte totalmente vacío, se pone al frente de su tropa y a la una de la tarde del día 15 ataca el fuerte con mayor violencia. Así lo cuenta el Dr. Rivera:
"...los soldados realistas llegaron hasta el foso de los muros inferiores: unos, llevados de su propio valor, y otros, obligados por las amenazas y golpes de sus jefes. Uno de los soldados que estaban en la orilla del foso tremolaba una bandera negra, y otros tenían ya las escalas dispuetas para el asalto. Los del fuerte estaban reducidos a corto número, macilentos y muy débiles, y a pesar de esto, aquél puñado de valientes se defendió con mucho brío, y hasta las mujeres ayudaron mucho haciendo rodar las grandes piedras que estaban acopiadas sobre el borde del fuerte. Hicieron a los realistas muchísimos muertos, y los obligaron, no solo a retirarse, sino a retirar las baterías al lugar donde las tenían al principio del sitio..."
"...Una de las últimas balas mató a don Manuel González, teniente coronel, esposo estimativo de doña Nicanora. Ya casi concluida la acción, estando Young y el doctor Hennessey parados sobre una peña, hablando sobre la felicidad de aquella jornada, llegó la última bala de cañon y quitó la cabeza de los hombros de Young, el más valiente de los soldados de Mina..."
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