viernes, 25 de junio de 2010

El Templo Expiatorio en León Gto

      Una de las primeras historias que me contaron cuando llegué a vivir a esta ciudad, allá por el año mundialista de 1986, fue como una respuesta a mi pregunta sobre ese enorme y majestuoso templo de estilo neoclásico que se miraba en uso pero sin terminar:-Es el Templo Expiatorio-me dijeron-Tienen años construyéndolo, pero mejor que no lo acaben por que el día que lo terminen se va a terminar el Mundo.
     Ante tal amenaza y por si las dudas mejor dejé el tema sin preguntar más. Además por lo que se veía faltaba mucho para que lo pudieran terminar, por fuera faltaban miles de detalles, por dentro ni siquiera tenía piso más que el puro cemento, andamios por aquí, andamios por allá, unos cuantos albañiles para toda la gigantesca mole, en fin, la obra avanzaba a "cuentagotas", por lo que deduje que era más fácil que primero se terminara el Mundo a que lo terminaran.
     Aún así, el templo ya lucía espectacular, sus dimensiones y su estilo no tan clásico por estos rumbos me hacían imaginar como es que se vería un día ya terminado, y es que para ser sincero, nunca creí verlo terminado. Encerrado entre el caserío de la zona, (como parece ser costumbre aquí en León con los grandes templos)era difícil admirar todo su esplendor, me era más fácil admirarlo desde la Loma de la Soledad (subiendo la calle Campeche), desde donde junto con Catedral dominan el panorama céntrico de la ciudad.

     Años más tarde, ya estudiando la preparatoria, se nos ocurrió a mis amigos y a mi, ir en compañía de unas amigas a conocer sus famosas catacumbas, solo que el encargado del lugar, al ver nuestro juvenil perfil decidió negarnos el acceso por que según su calculo podríamos hacer ciertas cosas inmorales allá adentro. Y quien sabe porqué hasta la fecha no volví a intentarlo, dicen que son hermosas pero ya las visitaré pronto y aquí les contaré.

     El tiempo pasó y de pronto, como a veces suele suceder, resultó que la obra estaba casi terminada, que habían tumbado las casas de sus alrededores y ahora lucía una hermosa explanada con jardines y fuentes. Ya no existían los feos andamios ni por dentro ni por fuera. Majestuosa por dentro con su piso recién puesto, sus pinturas tipo mural, sus vitrales donde hasta el escudo de ésta ciudad puedes ver, su marmol blanco, en pocas palabras, todo en su lugar.


     Y la oportunidad de observarla con detalle se me presentó en días pasados, cuando una de mis cuñadas decidió dar el sí matrimonial ante el altar de tan modesto lugar. Yo lo dí en la Catedral también de ésta ciudad y fue una expieriencia casi mística, por lo que imagino que para mi cuñada debió haber sido algo fuera de este mundo, sobre todo al escuchar el Ave María interpretado por un buen cuarteto de cuerdas y la voz de un excelente tenor.


     Buscando la historia de este majestuoso templo, me encontre con esta entrevista al mismísimo arquitecto responsable de la construcción, es del año 2007 y la cual reproduzco con la intención solo de dar detalle a un hecho que para mi ya es histórico. De donde lo tome aparece como autor el sr. José T. Méndez Valadés y dice así: (no olvides dar click sobre las imagenes para aprovechar el zoom)

El Santuario Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús (conocido simplemente como "El Expiatorio"), enorgullece a los leoneses y se espera que esté terminado a más tardar en el 2010.
Corría el año de 1920 cuando, a iniciativa del padre Bernardo Chávez, se colocó la primera piedra de esta majestuosa obra construida en un estilo neogótico y que fue bendecida por el entonces Obispo de la diócesis D. Emeterio Valverde y Téllez.
En una entrevista que el Arq. José María Méndez Córdoba, responsable de la construcción desde 1987, concedió al periodista del diario local a.m. José T. Méndez Valadez, le comentó que uno de los grandes atractivos del templo son sus vitrales, una parte de los cuales fueron hechos en Encarnación de Díaz, Jalisco, y otra en León, en el taller del Arq. Rodolfo Gutiérrez.


"En los vitrales laterales está representada la Anunciación, el nacimiento de Cristo, el Calvario, la venida del Espíritu Santo y la Ascensión del Señor", comentó el Arq. Méndez. En los vitrales del centro, atrás del altar, está la imagen de Cristo, Rey del Universo. Otros dos están colocados en los cruceros de las naves: "En uno se representa esquemáticamente la ciudad de León, con los edificios más conocidos, y en el lado poniente está la Basílica de San Pedro". En la parte de la fachada del templo está "la alegoría de la divinidad, rodeada por querubines". El piso es de granito natural, "se trata de un granito llamado 'rojo bonito' y un 'verde verdaduba' que se trae en bloques desde Brasil", señaló el arquitecto.
Méndez Córdoba destacó que de gran importancia en la construcción del Expiatorio son las catacumbas, donde se depositan cenizas y restos de personas. "Son siete catacumbas... le dan cierto tono característico al turismo religioso de León. Se construyeron para aprovechar los huecos que dejaba la cimentación", añadió. Los cimientos tienen una profundidad de doce metros para soportar las miles de toneladas que pesa la construcción. Las criptas que hoy caracterizan al templo fueron ideadas para apoyar, con su venta, la edificación. Fueron iniciadas en 1924, pero los trabajos fueron interrumpidos por la inundación de 1926. Luego vino la persecución de Plutarco Elías Calles, por lo que empezaron a prestar servicio hasta enero de 1930, y ahora son visitadas por turistas y fieles del país y del extranjero.


Las puertas de la fachada del templo son de hierro, se fundieron en la ciudad de Monterrey y se forraron con hojas de bronce con esculturas de motivos religiosos. El arquitecto explicó que la primera puerta, la del lado izquierdo, tiene un bajorrelieve de la creación del ser humano y la expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal. La puerta principal, la del centro, en la hoja izquierda "nos habla de la Anunciación y de la predicación de Jesús al pueblo de Israel; en la hoja derecha se representa la crucifixión, la resurrección y la última cena de Cristo", dijo Méndez Córdoba. En la puerta de la derecha se encuentra la venida del Espíritu Santo sobre María y los Apóstoles, y la perspectiva de la Basílica de San Pedro. El Altar está hecho con dos tipos de mármol: el mármol blanco 'Alejandra' y el verde pical, traídos de Guatemala. "Se hizo con una reminiscencia gótica, de acuerdo al estilo del templo", explicó el arquitecto.

La construcción se ha realizado gracias a los donativos de los fieles y nunca se dejó de construir. El año en que bajó más el ritmo de la construcción fue en 2003. "Tuvieron que pasar cerca de 90 años para que esté terminado y estamos a punto de lograrlo... tres años más", dijo con orgullo el arquitecto.

La campana principal del templo fue colocada en su destino final. con más de dos toneladas y media de peso, la campana estaba instalada provisionalmente en una torre que se construyó sobre la notaría del templo. Sin embargo, la campana será simbólica, pues sólo repicará en eventos muy especiales, ya que desde mediados del 2006 se dejó de utilizar para llamar a los fieles; ahora se utiliza un sistema de sonido electrónico con los repiques de la campana grabados y reproducidosMagdaleno Olvera Salazar, explicó que la campana fue construida en 1950 por el artesano leonés Tiburcio Medina; en ella se puede leer "Todo por vos, Sagrado Corazón de Jesús", y "Gloria, Amor y Expiación". Fue hecha en una aleación de metales, entre los que se encuentran bronce, estaño y plata.

Muchos fieles pensaron, durante años, que la campana sería subida a la parte alta de alguna de las torres, sin embargo esto se desechó por completo. El padre Olvera explicó que no se hizo por razones prácticas: "es más fácil realizar las maniobras para tocarla en un campanario que no fuera tan alto, que hacerlo desde una gran altura". El campanario, al que llaman también "campanil", tiene una altura de 13 metros. El arquitecto dijo que no se subió a la parte alta por razón de estética, para que estuviera a la vista del público.

Este artículo-entrevista fue publicado en a.m., Sección A, página 7, del 30/12/2007, y lo hemos reproducido sin autorización de la empresa periodística ni del autor, por lo que, si existe algún impedimento, con hacérnoslo saber lo retiraremos de inmediato.
      Y la verdad es que de aquello de que se iba a acabar el mundo cuando lo concluyeran ya no les creí, pues a estas alturas, en esto del mundo del fin del mundo, creo que a cada pueblo, cada país, en cada continente, ya le ha tocado su partecita de fin del mundo, Haití, Chile, etc...y aquí seguimos los que quedamos para seguir viendo pasar más fines del mundo hasta que nos alcance el "nuestro propio".

miércoles, 9 de junio de 2010

Las Lluvias y Hasta aquí no Llega

     Estas son otras dos consejas sobre Lagos de Moreno Jalisco, tomadas del excelente libro El Alcalde de Lagos de Don Alfonso de Alba, bellamente enriquecido con las ilustraciones del maestro Alfonso de Lara Gallardo. Vale la pena comprar éste libro, pues como ya lo dije anteriormente, es una obra que pertenece ya al selecto grupo de los clásicos de la literatura mexicana.


Las Lluvias
     En tiempos de lluvias eran muy frecuentes las inundaciones en Lagos. Un año, por el mes de Agosto, el agua del río ya cubría medio poblado y amenazaba el otro. Muy alarmados los moradores acudieron a ver a Don Diego para ver qué acuerdo tomaba. No se hizo esperar la reunión, en cabildo abierto, bajo la dirección del alcalde. Y como de costumbre se situó a su lado el secretario para tomar nota de los acuerdos y consignarlos en el acta correspondiente. con mucha gravedad don Diego dirigió los debates.

     Alguien propuso se efectuaran rogativas en todos los templos. Otro arguyó que desde el Domingo pasado se habían hecho y seguía lloviendo. Uno más habló sobre la conveniencia de una procesión con velas y campanas consagradas. Otro echó abajo la propuesta diciendo que como seguía lloviendo, eran inútiles las velas, y el agua que seguía inundando haría imposible la procesión por todas las calles. Alguien apuntó una medida radical: la construcción de un dique gigantesco que desviara al río. Al momento saltó la voz del que se sentía más ducho en ingeniería: ¿Cómo iba a ser posible esa solución si el cause del río era el único declive del valle?.
     La sesión degeneró en alusiones personales: la lluvia era un castigo de Dios para borrar del mapa esa pecadora villa. ¡También el compadre Timoteo vivía amancebado con la viuda de don Fulano!¡Y el usurero de don Dimas no había vacilado en apropiarse el rancho de Las Moras!...¡Claro, con apariencia de hombre honrado, don Tomás recibía a media noche, por la puerta del corral de su casa, las mulas cargadas de plata robada a las conductas que pasaban de Zacatecas a México!
     Impaciente, ante el peligro de que también aludieran a sus virtudes cardinales, don Diego dio por terminada la prolongada y áspera sesión. Cuando ya algunos de los presentes iban a despedirse, el secretario preguntó a don Diego:
-¿A qué acuerdo llegaron para asentarlo en el acta?
Don Diego, ya molesto, iluminado, repuso cortante:
--¡Que siga lloviendo!


Hasta aquí no Llega

     Un año antes de abandonar la alcaldía, don Diego Romero tuvo que enfrentar variados y complejos problemas por causa de las inundaciones.
     La región no es muy llovedora; la mayoría de los años son "pintos" pero el año que llueve, "llueve a cántaros"; esto es poco decir por que hasta las calles, en fuerte pendiente desde la Calavera hasta el río, más parecen arroyos de aguas broncas.

     Ese año de gracia para la región y para desgracia de la villa, a mediados de Septiembre, iban ya dos semanas de lluvias abundantes e ininterrumpidas. Los arroyos, salidos de madre, casi todos desembocan al río, sumándose al impetuoso cause del mismo. El agua ya se había llevado numerosos animales: burros, vacas, bueyes, borregos, amén de los cristianos que trataron de cruzarlo y los que pretendían salvar semovientes o pertenencias. Las reverendas monjas capuchinas, de estricta clausura, ya habían sido desalojadas de su rivereño convento. Y si bien es cierto que las aguas provocadas por la inundación ya merodeaban, acercándose a las gradas del atrio de la Parroquia, los más dañados en sembradíos y perjudicados en sus casas eran los huerteros de la Otra Banda. Los muros del molino de harina, en la confluencia del río y el arroyo del Guaricho, se habían venido abajo así como muchas viviendas lamidas y borradas en ambas márgenes del río.

     Don Diego reunió en varias ocasines a sus ediles y consejeros sin que hubieran llegado a resoluciones concretas en medio de desesperadas y agrias discusiones. Ya no se valía volver a aquella sabia resolución pasada en que Don Diego resolvió: "Que siga lloviendo". De pronto el alcalde de puso de pie, e inspirado y decidido exclamó:"Señores, no es ya tiempo de palabras es hora de acción". " A ver tu Justiniano tráeme al caporal de don Agapito y que consiga todas las sogas buenas que encuentre". "Y tú, Amadeo, vete por la canoa grande que se usa para pasar el río". "Y nosotros señores vámonos por la calle Real hasta la de las Pilastras". Esta se llamaba así por que la remataban dos grandes, altas y amplias pilastras de cantera coronadas por una bola, y que se tomaban como referencia respecto a la anchura del río, en crecientes normales.
     Ya reunidos, con todos los arreos, el alcalde gue el primero en subir a la canoa y enseguida el caporal y sólo tres de los consejeros, los menos medrosos. "Y ustedes, mirones, encomiéndenme a San Hermión al que desde ahora le prometo un Triduo Solemne...si vivo". Unas cuarenta varas antes de las columnas, río abajo, la canoa se aproximaba a la primera de las pilastras.
     "Ahora sí caporal láceme la bola de arriba de la pilastra". Como en peores andanzas se las había visto el vaquero, a la primera mangana acertó y empezó a hacer que la canoa llegara hasta casi pegarse a la mitad de la columna. Don Diego saltó decidido y con un jarro de pintura al rojo almagre, ante la espectación erizante de mucha gente allí reunida, trazó con brocha una raya horizontal gruesa y visible hasta donde llegaba el agua todavía con borregos de espuma.
     Luego, sin meditarlo mucho, puso esta inscripción: "Hasta aquí no llega".
    
     De regreso a la tierra firme, ante los aturdidos y confusos vecinos, sentenció: "Que tarugos los que pusieron las pilastras para medir la anchura del río. Se les olvidó marcar el altor".
     "Ahora si váyanse tranquilos a sus casas, hasta allí no llega"



viernes, 4 de junio de 2010

Algo Tambien Confuso sobre Los Restos de los Padres de la Patria

El congreso mexicano, por decreto de 19 de julio de 1823, declaró beneméritos de la patria en grado heroico, a los señores don Miguel Hidalgo, don Ignacio Allende, don Juan Aldama, don Mariano Abasolo, don José María Morelos, don Mariano Matamoros, don Leonardo y don Miguel Bravo, don Hermenegildo Galeana, don José Mariano Jiménez, don Francisco Javier Mina, don Pedro Moreno y don Víctor Rosales; disponiendo se exhumaran sus cenizas, y se depositaran en una caja que se conduciría a México, custodiándose la llave en el archivo del congreso.



"Los restos pasaron por Zacatecas, Aguascalientes, Lagos, León, Guanajuato capital, San Miguel Allende, Querétaro, San Juan del Río y finalmente a la ciudad de México, donde fueron recibidos en la Basílica de la Virgen de Guadalupe para posteriormente ser depositados en el templo de Santo Domingo y finalmente en el altar de los reyes de la Catedral Metropolitana el 16 de septiembre e 1823", especificó el cronista vitalicio de Dolores Hidalgo.Alberto Gloria Zavala.
La caja se depositaría en la catedral, con una inscripción propuesta por la universidad, aprobada que fuera por el gobierno. Ese decreto se publicó en la Gaceta del día 5 de agosto del mismo año.

Las autoridades de Guanajuato se apresuraron a darle cumplimiento, y al efecto se dirigieron la tarde del 31 de agosto a la ermita de San Sebastián, donde se hallaban depositados los cráneos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez los cuales fueron exhumados con toda solemnidad, y conducidos a la parroquia, donde se hallaban de antemano las huesas de don Francisco Javier Mina y don Pedro Moreno.

“A las cinco de la tarde del día 31 salieron de las casas consistoriales la excelentísima diputación, ilustre Ayuntamiento y jefe político, acompañados de todos los empleados públicos y demás personas distinguidas de la ciudad que fueron convidadas, y en medio de un numeroso pueblo se dirigieron a la ermita de San Sebastián. A su llegada dio la señal el canon y se exhumaron los cráneos de los ilustres y beneméritos Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez; los que se colocaron en una urna. La comitiva estaba colocada en el mejor orden. Abría en ésta un número considerable del pueblo con cirios encendidos.

Dos miembros de la excelentísima diputación, dos del ilustre Ayuntamiento y dos oficiales conducían el féretro; por letras se veían colocados en dos alas, todos los empleados públicos y demás convidados, cerrando la marcha el ilustre Ayuntamiento, excelentísima diputación, y el jefe político, escoltados por la tropa que guarnece esta ciudad y la música del regimiento de infantería número 1, que al instante vino de León.

Los balcones y azoteas de todo el tránsito estaban coronados de multitud de gente que había acudido a dar los últimos adioses a los padres de su libertad, y el silencio del dolor que se veía pintado en sus semblantes, era la prueba más auténtica de la veneración y respeto que inspiraron los restos de aquellos mártires.

En este orden se dirigieron a la iglesia parroquial donde entraron ya al anochecer a la luz de muchas antorchas; allí se hicieron las ceremonias del ritual y quedaron depositados con las huesas de los beneméritos Mina y Moreno, que habían sido conducidos de antemano de los campos en que los sepultó la fiera mano del despotismo, colocándose en un suntuoso túmulo que estaba dispuesto en medio de la iglesia con grande aparato, y quedando custodiados por la tropa que se destinó al efecto.

A las nueve de la mañana del 1º de septiembre se celebraron unas pomposas honras, terminadas las cuales se condujeron las urnas al Pardo, donde las recibió el oficial que debía conducirlas México.

El día 2 del mismo mes de septiembre por la tarde llegaron los restos a San Miguel el Grande, habiéndoles recibido en el punto de Belarde una comisión del Ayuntamiento, que se dirigió a la esquina de Alvenis, tomando aquí las urnas ocho municipales, que custodiados por la tropa y reunidos a las autoridades, las condujeron al convento de la Concepción, en el cual se cantó un solemne responso, saliendo en seguida para el templo de San Francisco, donde quedaron depositadas las urnas esa noche.

El día 3 a las nueve de la mañana comenzaron los solemnes oficios, pronunciando la oración fúnebre el presbítero don Nicolás Incapié, terminada la cual salió del templo la comitiva, dirigiéndose al convento de Santo Domingo, donde recibió los restos el oficial de la escolta.

Al medio día del 5, llegaron las urnas al camposanto de San Sebastián de Querétaro, donde las recibieron las comisiones nombradas de antemano, conduciéndolas de allí al templo del Carmen, en el cual se cantó un solemne responso, hallándose presentes las autoridades, corporaciones, etcétera, dirigiéndose luego la comitiva a la parroquia principal, cantándose a las cinco de la tarde una vigilia.
El día 6 por la mañana se cantó una misa, terminada la cual se entregó la urna al jefe que la conducía a México.

Las urnas llegaron a México a las tres de la tarde del 16, y fueron depositadas en la iglesia de Santo Domingo.
El 17 se trasladaron a la catedral por la estación , haciéndose por la guarnición los honores que determina la orden del día.


“Dentro de la caja o sarcófago se dejó cabida para una urna ricamente adornada toda de cristales (lo que proporcionaba que el público viera los preciosos restos de sus primeros libertadores) y sobrepuestos de metal dorado, arabescos y láminas de plata, en que se puso el nombre de cada héroe que con separación se ven reunidas, y hacen el contraste más tierno y grandioso.”

De los documentos que reproducimos se deduce claramente que sólo llegaron a México y se depositaron en la catedral los cuatro cráneos de Hidalgo, Allende, Aldama y Jiménez y las huesas de Mina y de Moreno.
 Todo indica que la calavera de Pedro Moreno no fue recuperada de su entierro en Lagos, aunque sí el esqueleto de su cuerpo en la hacienda de La Tlachiquera.



El entierro de Xavier Mina fue localizado cerca del sitio donde fue abatido, y sus restos fueron introducidos en una caja que proporcionaron los dueños de la hacienda de Cuerámaro, misma en la que fueron puestos los de Pedro Moreno y en Tacámbaro se recuperaron los de Víctor Rosales.

Sin embargo, tan pronto como el Congreso dejó las osamentas de los héroes en la Catedral, se olvidó de ellas
Lucas Alamán, detractor y crítico de los héroes, mandó hacer una caja nueva, pues en una ocasión en la que visitó la cripta, encontró ya casi destruida la original y en situación poco digna las osamentas. No estaba claro cuántas cajas habían sido depositadas y,  al ajetreo del traslado, se unió el desorden provocado por la incuria.




El 16 de septiembre de 1925 y en ocasión del traslado de los restos de los Héroes de la Independencia de la Catedral hacia el Ángel de la Independencia, el cronista Jacobo Dalevuelta resaltó la escasa pompa del acto a la salida de la Catedral —donde estaban los restos, en la capilla de San José, desde 1895—, en contraste con el posterior desfile militar en el que participaron 20 mil soldados “vigorosos, marciales”.
Al momento de la salida, siete de la mañana, había en torno de la Catedral estudiantes, descendientes de Guadalupe Victoria, la nieta del general Matamoros, historiadores, senadores, veteranos el Ejército, diputados, el presidente de la Suprema Corte, miembros de logias.
Tres urnas de cristal de roca y oro, con los restos de los Héroes, se llevaron “en tres armones de artillería tirados por magníficas mulas ”, relató el cronista.
Una hora duró el paso del cortejo por Reforma: “Nuestra rúa principal estaba pletórica.
Y no recordamos haber visto ninguna cabeza masculina cubierta. Todo el pueblo, todas las clases sociales que vieron pasar el cortejo complementaron el espectáculo brillante, con su actitud respetuosa.
Y de los balcones, henchidos de mujeres en su mayoría, arrojaban flores naturales sobre las urnas negras, severas, abrillantadas por la luz del sol magnífico de la hora.
…Había en aquellos millares de caras, el semblante de unción, del respeto, de la gratitud y del amor a nuestros santos libertadores”.
El cronista cuenta que las urnas fueron recibidas por el Presidente Plutarco Elías Calles, quien procedió a llevarlas a la cripta.
En la urna que contenía los restos de Hidalgo, Calles se permitió un gesto memorable: ¡la abrió y depositó allí su tarjeta en la cual previamente había estampado su firma! El reportero describió el contenido de las tres urnas: en la de cristal coronada por un águila nacional iban cuatro cráneos: los de Miguel Hidalgo y Costilla, Ignacio Allende, Mariano Jiménez e Ignacio Aldama.
Describe que en la segunda iban los restos de Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Andrés Quintana Roo y su esposa y heroína Leona Vicario.
Y en la tercera señala que estaban las osamentas de Nicolás Bravo, Mariano Matamoros y la gaveta dedicada a Morelos que —escribió— “debe ser de Francisco Javier Mina o Pedro Moreno”.
Al término de la ceremonia en el Paseo de la Reforma inició un desfile militar de dos horas con 15 minutos y el mismo reportero describió que desde que había iniciado su profesión no recordaba haber visto tropas tan organizadas como las de aquel 16 de septiembre de 1925.



     Mientras mas leo sobre el tema, más confundido me quedo. ¿Quienes realmente se encontraban en la columna de la independencia?. Lo único que me queda claro es que el problema comenzó desde el momento mismo en que los trasladaron a México, tuvieron que hacerlo en dos meses y luego en la manera en que los trataron y trasladaron. Ojalá la tecnología de estos tiempos logre esclarecer cuales y de quien son los restos de cada uno de nuestros heróes. Huesos revueltos, cuerpos incompletos, huesos olvidados, rumores de huesos desaparecidos, que alguien se llevó una bota como reliquia, que los albañiles andaban jugando con ellos, que un  miembro de la acaudalada familia Escandón habría comprado la supuesta calavera de Pedro Moreno, siendo que ésta no había sido recuperada desde el inicio, que a Morelos se lo llevó su conservador hijo a Francia,  y que hasta el último virrey de la Nueva España Juan O'donojú acabó revuelto con las huesas de los insurgentes.