Señores, tengan presente,
y no había otro en la nación,
que en el día veinte de julio
Villa ha sido asesinado.
Año de mil novecientos,
en el veintitres actual,
mataron a Pancho Villa
en Hidalgo del Parral.
Villa era un pollito fino
y no había otro en la nación,
como le tuvieron miedo
lo mataron a traición.
Siempre peleaba justicia,
no ambiciones de la silla,
y regocijaba el alma
el nombre de Pancho Villa.
Por que aunque a todos les pese,
dió pruebas de su valor,
en los Estados del Norte
Pancho Villa era el terror.
Villa fue leal partidario,
siempre benigno y sincero,
vengó la horrible traición
que le hicieron a Madero.
Cuando ese infame de Huerta
a Madero traicionó,
Francisco Villa en el Norte
en armas se levantó.
En compañía de Carranza
combatió aquella traición,
presentó heroicos combates
en la ciudad de Torreón.
Contra las tropas huertistas
Villa mucho combatió
y después de tanta lucha
la Constitución triunfó.
Don Venustiano Carranza
cuando triunfante se vió
mirándose en el poder
a Villa desconoció.
Desde entonces Pancho Villa
prosiguió la rebelión,
que causó grandes tristezas
a toda nuestra nación.
En mil novecientos veinte
que la guerra terminó,
don Adolfo de la Huerta
con Villa conferenció.
Y les pidió garantías
este valiente caudillo,
y el gobierno le cedió
la hacienda de Canutillo.
En los trabajos del campo
él puso su inteligencia,
ya los tres años cumplidos
le quitaron la existencia.
El día veinte en la mañana
para su hacienda salió
de la ciudad de Parral
donde la vida perdió.
Villa pasó en su automóvil
que el mismo iba manejando
sin saber que los traidores
ya lo estaban esperando.
En un barrio de la entrada
llamado de Guanajuato,
pasando una casa sola
fue el horrible asesinato.
Al pasar por esa casa
varias descargas se oyeron,
Villa, con Trillo y su escolta
todos juntos perecieron.
Dos infames asesinos
al instante se bajaron,
sobre Villa y sus soldados
sus pistolas descargaron.
Con rumbo de Santa Barbara
los asesinos se fueron
y las tropas del gobierno
con furor los persiguieron.
Grande novedad causó
en Hidalgo del Parral,
la muerte tan repentina
del valiente general.
Vuela, vuela, palomita,
párate en aquella higuerilla,
avisale a los gringos
que murió Francisco Villa.
Ahora sí, gringos cobardes,
recobren ya su valor
ya se acabó Pancho Villa
que era de ustedes terror.
En el pueblo De Columbus
sus recuerdos les dejó
nomás diecisiete gringos
fueron los que allí dejó.
Despedida no les doy,
la angustia no es muy sencilla
la falta que hace a mi patria
el señor Francisco Villa.
Aunque les pese, repito,
sin facha ni alevosías,
pollos como Pancho Villa
no nacen todos los días...
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