Era originario del rancho de "La Pachona", en el partido de Pinos, Zacatecas.
Se dice que para 1811, los Pachones ya se dedicaban a saltear las diligencias cargadas de oro y plata que procedían de las minas de Zacatecas, Durango y Aguascalientes, reugiandose en los alrededores de la entonces Estancia de Ojuelos en Jalisco.
El nombre de Encarnación Ortiz es con mucha frecuencia mencionado en muchos partes de los jefes y de las autoridades realistas que veían en el a un insurgente temible y peligroso.
Decían de él que tenía pacto con el mismísimo diablo por su forma de salir bien librado de las situaciones más difíciles.
“Atacaban algún sitio y luego se iban hasta arriba del cerro, no podían bajarlos… pero un día se reunieron varios gachupines, sitiaron el cerro desde varios frentes pero a Ortiz no lo lograron bajar se aventó desde arriba del cerro con el caballo, saltando aquí y rebotando allá, descendió hasta perderse a la vista de sus adversarios, sin importarle que en el trayecto iba sufriendo múltiples heridas; sin embargo, una vez iniciado el descenso en esa forma, detenerse hubiera sido sencillamente imposible… de este modo se salvó...y comentaron que tenía pacto con el diablo…eso dice la leyenda… pero la verdad es que ya conocía muy bien el camino y sabía por dónde bajar”- comenta el señor Raymundo Arvizo de San Felipe Torresmochas.
Se llegó a casar con Agustina Hidalgo Costilla y Ramos Pichardo hija de Don Miguel Hidalgo y Costilla y con quien es posible procrearan un varón de nombre Leandro Ortiz Hidalgo. Agustina Hidalgo Ramos-Pichardo fue enclautrada por el Padre de la Patria en el Beaterio de santa Clara en Guadalajara despues de la Batalla de Calderón. Y es cuando sale de aquí que se casa con el Pachón.
Siendo un excelente jinete, la táctica que empleaba el "Pachón", era muy parecida a la de "El Manco" Albino García y Andrés Delgado "El Giro", la guerra de guerrillas, la emboscada, la sorpresa contra las fuerzas realistas donde quiera que se las encontraba, sin embargo, a diferencia de El Manco Y El Giro, El Pachón si tuvo, sobre todo, varias acciones en batallas serias y formales a lado de gente brava como Don Victor Rosales, Don Pedro Moreno, El Padre Torres, Xavier Mina y Bustamante en la etapa próxima a la consumación de la Independencia.
En 1814, Encarnacion, Matías y Francisco Ortiz "Los Pachones" establecieron una fábrica de cañones y pólvora en el pueblo de Valle de San Francisco, hoy ciudad Villa de Reyes en San Luis Potosí. Y poco tiempo después levantaron el Fuerte de San Miguel en la cima de el cerro llamado Mesa de los Caballos perteneciente a la Hacienda de Ortega(Rincón de Ortega) en la Sierra de Guanajuato y que dista unos 37 km hacia el lado Este del Fuerte del Sombrero.
Batalla en la Mesa de los Caballos
"Una polvareda venía más allá de los Borregos, luego se fue acercando por el fondo de la barranca. Desde la víspera los del sombrero estaban inquietos: Don Manuel Gonzalez, el de San Juan, llegó de los Altos de Ibarra contando que al pasar por la hacienda de Ortega oyó como un cañoneo rumbo a la Mesa de los Caballos. Y en la Mesa de los Caballos,justamente, están fortificados los Pachones con el Padre Carmona. Hace poco más de una semana, el jefe realista Ordóñez intentó quitarles la posición; pero los Ortiz se defendieron muy bien y lograron derrotarlo. Ordóñez enfurecido, saltó en busca de Castañón, que es el jefe más aborrecido en el Bajío, por sus cobardes asesinatos y demás atrocidades que hace por donde pasa, lo mismo con los insurgentes que con los pacíficos. Los Pachones, temiendo un nuevo ataque con mucha más gente, pidieron con urgencia auxilio al Sombrero. Más de la mitad de la tropa salió en el acto para la Mesa de los Caballos, llevando al frente al coronel Don Juan de Dios Moreno con su inseparable sobrino( Don Luis Moreno, hijo de Don Pedro Moreno).
Cuando Don Pedro sabe que se acerca gente, siente una corazonada que hasta de la silla lo levanta; pero dueño enseguida de su cabeza y de sus nervios, se vuelve a sentar y sigue haciendo cuentas con el tesorero Torres, cual si no hubiese pasado nada.
Entretanto, Doña Rita, con un recién nacido en los brazos, da vueltas de extremo a extremo, y en sus labios plegados por el dolor y la angustia, se remueve fervorosa plegaria.
Son insurgentes, en efecto, los que se acercan al fuerte. Se les adivina en su pobre indumentaria: los de a caballo vienen en fustes desguarnecidos y con estribos sin tapadera y muchos hasta en pelo; todos sucios y desgarrados, quien se tapa con garras de calzones o jorongos. Quien lleva las calzoneras a raiz y desnudas las espaldas.
No hay que esperar mucho para saberlo todo. Don Pascual Moreno ensilló ya, y baja al encuentro de esa gente. Cierto;ellos son. La noticia cunde como relámpago. Ordóñez y Castañón tomaron la Mesa de Los Caballos a sangre y fuego, y acabaron con cuantos pudieron coger: los pocos que se han salvado ha sido por un milagro; saltando por los desbarrancaderos, bajo una lluvia de balas, sin haberse hecho pedazos.
-¿Perecieron?-inquiere don Pedro sombrío.
-Perecieron- le responde don Pascual, inclinando la cabeza.
Don Pedro tiene que retirarse un momento al cuarto contiguo, al escritorio. Por un momento no más; enseguida reaparece y la línea que los sollozos rompieron es ya otra vez cuerda tensa e inflexible, y sus ojos están secos.
-¡Han muerto Luis y Juan de Dios!- anuncia a doña Rita, que por el silencio brusco y aterrador del Sombrero, lo adivinó ya."
Pedro Moreno, el Insurgente. Dr. Mariano Azuela
En ninguna parte se habían manifestado tan despiadados los vencedores: todos los que se encontraban en la Mesa, de toda clase y sexo, fueron pasados a cuchillo, escapando muy pocos de los que por librarse de la matanza, se arrojaron al precipicio que circundaba la Mesa. Los Ortiz y algunos jefes cosiguieron escapar.
Y va la Nuestra...
A los cuatro dias de haber llegado Mina al Fuerte del Sombrero. Éste, deseoso de combatir y confiado en alcanzar la victoria, resolvió salir en la tarde del mismo día al encuentro de Ordoñez con docientos hombres de su división. Quiso acompañarle D. Pedro Moreno con un destacamento de cincuenta infantes escogidos y ochenta lanceros mandados por D. Encarnación Ortiz, llamado el Pachon. Mina caminó con esta fuerza de trecientos treinta hombres hasta media noche y mandó hacer alto en las ruinas de una hacienda de campo. En este sitio se le reunieron cuatrocientos hombres independientes de infantería mal armados y peor vestidos, que carecían de instrucción militar y disciplina, pero que, sin embargo, podían servir de mucho en este caso, con el ejemplo de los demás.A partir de entonces, el Pachón le entregó a Xavier Mina una gran lealtad en cada uno de los planes y batallas del general navarro hasta la muerte de éste, fusilado frente al Fuerte de los Remedios.
Habiendo descansado en la destruida hacienda el resto de la noche, a la siete de la mañana del siguiente día se continuó la marcha. Habria andado la división tres leguas, cuando descubrió a las fuerzas realistas marchando por el Camino Real que atraviesa una espaciosa llanura, con dirección a la hacienda de San Juan de Llanos, que distaba cinco leguas. Mina, para disponer su tropa, se retiró a una cuesta pendiente, aunque no larga, y con asombrosa prontitud tomó las disposiciones que juzgó necesarias para atacar a los realistas. Éstos, al descubrir a sus contrarios, habían tomado posición en la llanura, disponiendose al combate. mina formó con la Guardia de Honor, Regimiento de la Unión y la Infantería de D. Pedro Moreno, una columna de noventa hombres, que puso bajo las órdenes del coronel Young; otra columna, compuesta del primer regimiento de línea y de la infanteria de los independientes mejicanos que se le habían unido, la confió al coronel Marquez; la caballería perteneciente a sus expedicionarios, compuesta de húsares y dragones, que ascendía a noventa hombres, la puso a las órdenes del mayor Maylefer, que era el jefe de ella, y la de d. Encarnación Ortiz (el Pachón), que constaba de ochenta lanceros de su mejor gente, quedó al mando de éste valiente guerrillero. Dispuesta así la tropa, Mina, con algunos ayudantes, se dirigió a reconocer la línea de sus contrarios, que dispararon sobre él varios tiros al verle bastante cerca, pero sin que le acertara ninguno.
Acto continuo se dió principio a la acción, adelantandose Young con su columna, a paso de carga, hacia los realistas enmedio de un vivo fuego. Al hallarse bastante próximo a ellos, su columna hizo sobre sus contrarios una descarga cerrada que causó notable estrago, y en seguida acometió a la bayoneta. Al mismo tiempo que Young daba este brusco ataque, el mayor Maylefer, con los húsares y dragones, se lanzó con ímpetu terrible sobre la enemiga, que no pudiendo resistir el impetuoso choque, quedó en completo desórden, cediendo el terreno, aunque procurando reponerse. Al ver D. Encarnación Ortiz retroceder a la caballería realista, acometió furiosamente con sus lanceros, y pocos momentos despues la derrota de las tropas del gobierno fué general. La acción no duró más de ocho minutos, y los realistas, viendose acometidos con indescriptible furia, emprendieron la fuga en la mayor confusión, perseguidos por sus contrarios que mataron mucha gente en su alcance. Los dos jefes realistas Ordoñez y Castañon fueron muertos.
Muertos Don Pedro Moreno Y Xavier Mina, Ortiz siguió sus correrías junto al padre Torres (no confundir con el Amo Torres)y despues con otros cabecillas de guerrilleros insurgentes como Santiago Gonzalez, Trinidad Zamora y otros, ganando y perdiendo batallas, todo esto allá por el año de 1819 en la Sierra del Norte.
Fue a finales de éste año cuando fue convencido por el cura de Guanajuato Don Tiburcio Incapié y el doctor Felipe Vazquez de que se presentara al indulto que se le ofrecía. Y así lo hizo, presentandose al Coronel Don Antonio Linares, pero por escrito, el 28 de Febrero de 1820, donde además pedía su nombramiento como Capitán en el ejercito realista así como los de teniente para su hermano Francisco y alférez para su compañero Felix Orta con los que ofrecía perseguir a los pocos insurgentes que quedaban.
Quizás fueron varios los motivos los que orillaron a el Pachón a someterse al indulto y perseguir a sus propios compañeros. Para ese entonces, el Bajío se encontraba prácticamente pacificado, así como la mayor parte del país a excepción de las tierras del Sur. La Junta de Jaujilla estaba ya disuelta, no existía ningún tipo de organización o alguien que pudiera encabezar y dirigir los diferentes alzamientos que de pronto, y de manera aislada, aparecían y desaparecían. Los principales cabecillas estaban muertos, indultados o refugiados ya sin mucha fuerza. En esas circunstancias es posible que el Pachón advirtiera que solo era cuestion de tiempo para que sucumbiera en su totalidad el movimiento armado.Y si a todo esto le sumamos que su pequeño hijo se encontraba en poder de los realistas, es probable que viera en el indulto una solución y una manera de sacar provecho a su personal situación.
Se le concedieron la mayor parte de sus peticiones, pues con Ortiz indultado y Borja aprehendido, quedaba la zona totalmente pacificada. Se le expidió el nombramiento de Capitán y se le otorgaron 50 hombres para que, situado en la Sierra de Guanajuato cuidadara de la seguridad de la ciudad y sus alrededores. Y así Encarnación Ortiz El Pachón, despues de casi una década en pie de lucha, se retiraba a la vida privada y a sus casi olvidadas labores de campo. Pero no por mucho tiempo...
En Abril de 1821, cuando Iturbide y Bustamante se habían proclamado por la independencia pronunciados por el Plan de Iguala, El Pachón y los antiguos insurgentes se presentan a Bustamante que los incorpora a su división y marchan lentamente sobre la capital de la todavía Nueva España. Contribuye a la rendición de Querétaro y marcha por el camino del Interior penetrando al Valle y situandose al Noroeste de la capital.
Para el mes de agosto de 1821, la mayoría de las poblaciones del país estaban a favor del ejército Trigarante, conformado por las tropas de Guerrero e Iturbide. Prácticamente la situación estaba decidida y los realistas acabados. Tenían guarniciones en el castillo de San Juan de Ulúa, posición militar que perderían hasta 1825, y sería su base para los intentos de reconquista. Su otra posición importante era la capital de la moribunda Nueva España. La fuerzas de los trigarantes estaban decididas a acabar con la resistencia que encontraran en su camino a ocupar la Ciudad de México.
Agustín de Iturbide estaba entrevistándose con Juan O’Donojú en Córdoba, así que no asistió a los combates, dejando a Anastasio Bustamante y a Nicolás Acosta la responsabilidad de derrotar a las guarniciones realistas de Clavería y de Tacuba. Todos los preparativos estaban listos para la batalla del 19 de agosto de 1821, pues los insurgentes habían acantanado en Santa Mónica, la Hacienda de Cristo y de Careaga, hoy El Rosario. El primer paso lo dio Acosta dirigiéndose a Azcapotzalco, seguido por el resto de los insurgentes para generalizar una reyerta en Tacuba.
El general realista Manuel Concha escuchó desde Tacubaya los disparos y envió refuerzos a Tacuba. Sus hombres atacaron a los insurgentes, obligándolos a retirarse a su campamento en El Rosario, pero al ver que se dirigía a una trampa decidió mover la batalla a Azcapotzalco y las fuerzas realistas se fortificaron en la parroquia del sitio. Las tropas realistas habían colocado un cañón en el atrio para desbaratar los ataques insurgentes. Al principio las intentonas rebeldes fueron infructuosas, pero cada momento se volvían más fieras. Con cada baja crecían los odios de siglos entre dominados y dominadores.
Con el fin de responder a la pieza de artillería realista, Bustamante ordenó el traslado de un cañón de asedio a la parroquia y para poder atacar mejor a los acantonados. Pero la medida no dio resultado, dejando sólo la posibilidad de la retirada a altas horas de la noche. Y así se haría, pero antes se intentó rescatar el cañón insurgente que se había atascado en el lodo por las intensas lluvias. Bustamante encargó a El Pachón que lo lazara y estirara en unión de varios dragones, en esas andaba cuando recibió un balazo disparado desde una azotea cercana, muriendo a los pocos momentos. El acto provocó una furiosa reacción de los insurgentes, quienes asaltaron el atrio y obligaron a los realistas a huir a Popotla. Durante el siguiente mes los insurgentes avanzaron poco a poco hacía San Jacinto, pero no fue necesario hacer una matanza general de realistas pues el 27 de septiembre de 1821 se consumó pacíficamente la Independencia al convencer Juan O’Donojú al general Francisco Novella de la inutilidad de sus esfuerzos; más aún que el virrey ya había firmado los Tratados de Córdoba el 24 de agosto de 1821.
El cadáver del Pachón recibió sepultura en el cementerio de la Parroquia de Atzcapotzalco a solo cinco días de ver el fruto de casi una década de lucha contra las fuerza realistas por lograr la independencia de su pueblo. Esa fue la suerte del Pachón.
Interesante la vida del Pachón, excelente blog, seguido lo leo, sigue publicado buenas lecturas. Gracias
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