Hace 135 años, en Mayo de 1875, el Dr. Agustín Rivera subía la sierra de Comanja para encontrarse con las ruinas del Fuerte del Sombrero, y con ello dar paso a su excelente libro sobre el tema, llamado VIAJE A LAS RUINAS DEL FUERTE DEL SOMBRERO. Donde nos describe de una manera impresionante todo lo acontecido en ese altar de la patria y todo lo que sus sentidos captaron al estar presente en ese Nido de Aguilas.
Como ya lo he dicho antes, el tema del Fuerte del Sombrero ha sido una constante en mi vida, y el descubrir por mi cuenta ciertas cosas relacionadas, me llevaba a otras preguntas por descubrir. Primero ¿Que era un Fuerte...?¿Que fue lo que sucedió? ¿Cuando y quien? ¿Porqué...?, para luego mirar hacia las montañas y preguntarme ¿Cual es la Sierra de Comanja?, y una vez ubicado hacerme otra pregunta: ¿Donde está exactamente?, para luego, después de leer al Dr. Rivera, concluir: ¡¡Quiero estar ahí!! ¡¡¡Quiero honrar, aunque sea de una manera humilde, a esas centenares de vidas que se perdieron por tratar de darnos una patria libre!!! ¡¡¡Quiero estar ahí presente para darles, a todos ellos, las Gracias!!!
Ubicarlo, solo y por mi cuenta, no fue fácil. Fueron algunos meses de leer y releer las descripciones del Dr. Rivera, de Don Mariano Azuela, de Victor Ceja Reyes, de Don Sergio López Mena, de Don Ezequiel Hernández Lugo, del actual director del archivo histórico de Lagos de Moreno don
Mario Gómez Mata , y de William Davis Robinson. De buscar y encontrar articulos, mapas, imagenes relacionados en el Internet.
Como recuerdo cuando navegando en el Internet, dí con un estupendo articulo publicado por
Don Oscar González Azuela donde además de lo escrito, conocí por sus imagenes el Nido de Águilas.
Y es que no fue solo el quererlo ubicar geográficamente, fue el deseo de ubicarlo en el contexto de nuestra historia de la independencia, lo que significó, el alcance que tuvo social y geográficamente.
Con todas estas descripciones y apoyándome con la tecnología de los famosos mapas virtuales Google Maps y Google Earth, decidí que éste Domingo 22 de Agosto 2010 intentaría llevar a cabo mi aventura de llegar al Fuerte del Sombrero, y celebrar muy a mi manera, el Bicentenario del inicio de la lucha de nuestra independencia.
Ese día habría una celebración en el Fuerte por parte de las autoridades de Lagos y Comanja, y en algún momento pensé en tomar el camino más fácil de subir con toda la delegación, sin embargo, viniendo yo de León, y sin auto (mi carcachita ya no está para esos trotes), sería muy difícil llegar a tiempo al punto de reunión en Comanja, además de que sería rodear bastante, pues los accesos al Fuerte están precisamente sobre la carretera que viene de León. Por lo que aún indeciso yo por la mañana, mi esposa me animó a que saliéramos a la aventura, y a las 9 de la mañana salimos en el autobús que va hacia San Felipe, esperando que la información que llevaba en mi despistada cabeza no me fuera a traicionar.
Todo mundo aquí en León y en Lagos, ubica la entrada al Fuerte a partir de unas antenas de microondas, pues hasta ese lugar es posible entrar con transporte para luego y de regreso seguir a pie. Yo había visto por el Google Earth, que antes de llegar a la entrada de las antenas, existía otro acceso más cercano al fuerte por la parte norte de la Mesa de las Tablas, que como atajo nos llevaría a encontrar el camino más corto a pie, y ahí le pedimos al operador que nos bajara.
Comenzamos pues nuestra aventura en un lugar hermoso como pueden ver, que a pesar de estar aún en tiempo de calor, aquí nos encontramos con un lugar muy fresco, el rocío de la mañana aún latente en cada planta y el correr del agua cristalina de un arroyo que se forma entre la Mesa de las Tablas y otro cerro, el canto casi permanente de gran cantidad de aves de varios tamaños y colores, y hasta aquí todo parecía marchar bien.
No olviden dar click en las fotos para aprovechar el zoom
La idea era subir siguiendo el arroyo unos 60, 80 metros hasta encontrar, en un pequeño claro, el camino que venía de las antenas y que nos llevaría directamente al Fuerte. Sin embargo conforme avanzábamos, el bosque de encinos se fue haciendo cada vez más espeso y cuando nos dimos cuenta el arroyo ya no estaba y las antenas, cuando las volví a ver, ya estaban ubicadas a mi lado izquierdo cuando siempre debieron mantenerse a mi lado derecho. En algún momento me desorienté y ahora estábamos un "poco" perdidos.
El cansancio era otro factor que comenzaba a apoderarse de nosotros, pues el hecho de ir con la nena a ratos cargándola y a ratos a su ritmo de caminar, poco a poco fue haciendo estragos en nuestra poca condición física.
Propiedad privada por aquí y por allá nos cortaba de tajo los caminos. De pronto apareció una represita y recordé haberla visto en el mapa, por fin pude reubicarme y darme una idea del lugar y cuanto me había desviado de la idea original. Tuvimos que replantear el camino, sabía que dirección deberíamos tomar, pero no sabía por donde, pues la verdad es que lo espeso de la vegetación, no deja ver mucho, sabía que tenía que encontrar una vereda que nos acercara lo más posible al camino que nos llevara al Fuerte, y de pronto alcanzamos a ver una vereda pegada a una barda de piedras, que recordé a verla visto en el mapa. Comenzamos a subir, era bastante empinada, buscaba encontrar un lugar alto y despejado que me permitiera ubicarme mejor y que me permitiera según yo observar el fuerte. El camino era hermoso, totalmente cubierto por grandes y frondosos encinos, fresco y lleno de colores de diferentes flores y aves, por cierto que en este tramo conocí los tordos azules, aves a las que se refiere Don Agustín Rivera. Aves de buen tamaño, quizás como el de una urraca, de colores azules y grises muy impresionantes, muy abundantes, como dije, en este tramo. Seguimos caminando y cuando parecía que por fin llegábamos a lo más alto, resultaba que no, volvíamos a topar con más bosque. Mi desesperación aumentó cuando el camino se dividió en dos, éste nuevo camino era una vereda más chica y menos pronunciada que atravesaba de manera más vertical el cerro que veníamos subiendo. El riesgo de subir por él, era que si nos volvíamos a perder, sería muy difícil encontrar el camino por el que comenzamos a subir. En ese momento estuve a punto de "rajarme" y dar marcha atrás, pero la Fabiola, que siempre me da el "empujón" que necesito, me animó a seguir el camino, ya estábamos ahí, y yo sabía que estaba cerca de el Fuerte, así que tomamos esa pequeña vereda, y pronto dimos a un pequeño claro, estábamos en lo más alto de aquél cerro, sin embargo los bosques a su alrededor hacían imposible ver más allá de lo que en ese momento alcanzaban a ver nuestros ojos. De pronto de entre el pasto, se levantó una yegua y aun lado su potrillo, y de nuestro lado derecho apareció un gran caballo que dio dos pasos hacia nosotros resoplando y amenazante, estaban nerviosos...nosotros también, pues imagino que no están muy acostumbrados a ver gente extraña, nuestra percepción de ellos fue que viven en un estado casi salvaje y en completa libertad, sin ningún tipo de atadura, las crines muy largas y descuidadas, más "peludos", desaliñados a comparación de un caballo de establo y ese nerviosismo hacia nosotros que yo no conocía en los caballos. Para mi mala suerte nunca pude observar sus patas para observar si estaban herrados. Pasamos rápidamente entre ellos y ya no existía vereda alguna. Caminamos un poco más hacia el otro extremo y alcancé a observar entre los árboles parte de la Barranca del Rincón y muy cerca de ahí aparecieron varios hombres de sombrero que iban bajando por ese lado. Eran unos seis hombres de aspecto vaquero, ranchero, todos con bota vaquera, alguno con sombrero tipo texano o cachucha. Ante tantas historias que escucha uno sobre narcotraficantes en esa zona y tantas penas más que aquejan a nuestro querido país, dudé en si seria buena idea correr y alcanzarlos para preguntarles sobre el camino al Fuerte, o dejar que desaparecieran y seguir nuestro camino sólos. Opté por lo primero, pero cuando llegué al lugar por donde los había visto ya no los encontré, Fabiola y la nena me alcanzaron, estábamos a la orilla de un pequeño barranco, muy tupido de vegetación y árboles. Volví mi vista hacia abajo y los volví a ver, estaban descansando sentados en unas rocas, por precaución los observamos buscando que no trajeran armas o algo así, vimos que alguno de ellos traía una pala y una cuerda y comenzé a bajar por esa barranca tan empinada para alcanzarlos.
- ¡Buenas tardes!, oiga, ¿Para llegar al Fuerte del Sombrero...?
- ¡Todavía son días! ¡ Y para llegar...ya llegaste ahi está...! - me dijo sonriendo y apuntándome hacia él.
Levanté mi vista y la emoción me envolvió, nunca olvidaré esa sensación que sentí en ese momento al mirar como de manera majestuosa apareció ante mis ojos, era la sensación de haber logrado algo importante en lo personal.
- Ahí está el camino, ese te lleva directito a él...
Efectivamente, a unos 10 metros abajo estaba una barda de piedra y a su lado el camino que siempre anduve buscando.
Mi primera vista del Fuerte del Sombrero desde la Mesa de las Tablas
El cerro que estuvimos subiendo era el de La Mesa de las Tablas, lugar donde el realista Pascual Liñan puso su cuartel, y de donde se cañoneaba día y noche a los sitiados del Fuerte.
- También nosotros vamos para allá...- me dijo uno de ellos, y nos fuimos junto con ellos.
- Ahí hay muchas piedras talladas, orita se las enseño.
No puedo asegurar a que vendrían estos hombres, que conocen muy bien el lugar desde los Altos de Ibarra, Cuarenta, La Sauceda, etc. hasta Comanja, saben a quien les pertenecen estas tierras, saben de las haciendas de Don Pedro Moreno, saben donde hay cuevas, pero que desconocen casi en su totalidad lo que sucedió en el lugar...¿Y que hace una pala y cuerda en lo más alto de la sierra...?, a mi me dio la impresión de que son "buscadores de tesoros". Se mostraron muy atentos todos cuando les comencé a platicar la historia de lugar, y llegando al fuerte me comenzaron a mostrar las piedras talladas, algunas me parecieron interesantes, otras creo que son más consecuencia de algunos visitantes que dejan sus famosos recuerdos.
Aquí, lo que queda de los fosos hechos y amurallados en su momento por los insurgentes, al fondo la Barranca de Barbosa
Después de quedarse un rato con nosotros, se despidieron de nosotros diciendo que ellos iban a otro lugar cercano, pero que regresarían a lo de la ceremonia, cosa que nunca sucedió, y nos dieron santo y seña de como llegar a la carretera por el lado de la entrada a Comanja.
Ya solos, y después de haber estado un rato en lo que fuera uno de los fosos, iniciamos nuestra subida en busca del monumento. La verdad es que esperábamos encontrarnos con la delegación que venía de Comanja, pero no había nadie, estábamos completamente solos en el Nido de Águilas. Comenzamos a subir por la veredita y ya solo levanté mi vista para encontrarme con el monumento.
El monumento fue levantado por vecinos de Lagos y de León para recordar la gran hazaña, un obelisco blanco, dice el Dr. Azuela.
En esta soledad, nos sentamos a descansar bajo un encino, solo el sonido del fuerte viento se escuchaba y de pronto mi mente comenzó a recrear la historia, fue como si mi sed, mi hambre y mi cansancio me quisieran dar un ejemplo, en su mínima expresión, de lo que nuestros insurgentes padecieron, imaginaba como se escucharían las baterías desde la Mesa de las Tablas, La Mesa de los Borregos. Comencé a caminar en un obligado, no se por que silencio alrededor del Fuerte, y a cada paso que daba descubría lo penoso de la situación de nuestros héroes. Recordé lo que me dijera el señor Oscar González Azuela con respecto a que estando aquí en el Fuerte nos encontraríamos con algo realmente conmovedor. Observé a mi niña y se me partió el corazón al ver en ella a todos esos niños y niñas que sufrieron en este lugar, imaginé a mi esposa llena de pánico tratando de descolgarse con la nena por esos agresivos despeñaderos a media noche. Imaginé a todos esos hombres ya derrotados físicamente destruyendo la fortificación y luego siendo fusilados a las orillas de los barrancos perdiéndose sin vida en los abismos que me rodeaban. La experiencia que sentía era la de estar caminando en medio de un panteón, pues eso es precisamente el fuerte, un gran panteón de héroes. Y de pronto sentía como si todo acabara de pasar, sentía como si todo mundo se acabara de ir, como si Liñan acabara de dar la orden de marcha y los veía desaparecer allá en la Mesa de las Tablas dejando sin vida al Nido de Águilas.
Vista desde el Fuerte hacia la Barranca de Barbosa. Por aquí se intentó romper el sitio. Se puede apreciar la carretera León-San Felipe Torresmochas.
Otra vista de la Barranca de Barbosa, por aquí Don Pedro Moreno salió del Fuerte
En una orilla del Fuerte, viendo la profundidad de la Barranca de Barbosa
La Mesa de las Tablas, cuartel de Liñan
La Mesa de los Borregos. A una de las divisiones que ocupaba este cerro, pertenecía, como realista, Anastacio Bustamante, quien después sería presidente de la república.
Desgraciadamente esta hecha pedazos este homenaje a la que solo pudimos entender "...compañeros martires de la libertad...".
El otro lado, la también hermosa Barranca del Rincón, por aquí pudieron escapar muchos de los insurgentes, y es probable que por aquí hayan salido Mina, Borja y el Pachón.
También esta hondo por este lado de la Barranca del Rincón
En el Monumento con mi nena
Una vista hacia León Guanajuato, en la parte media a la derecha, la Mesa de Negrete.
La Mesa de las Tablas. Atrás de ésta se encuentra la represita y el arroyo por donde subimos y que, personalmente pienso, es de donde se abastecían de agua los Insurgentes. Liñan en un "acto de misericordia", dejó que las mujeres tomaran agua sin abastecer nada al Fuerte. "Plan con maña" pues de ésta manera se enteraba de las condiciones de los sitiados, y en alguna ocasión, a todas esas mujeres que fueron a tomar agua, las hizo prisioneras y las mando a León.
Así estuvimos un buen rato en el Fuerte, y pronto imaginamos que aquello de la ceremonia se habría suspendido, pues por ningún lado se veía, ni se escuchaba movimiento. Y como no llevábamos mucha agua ni comida, decidimos que era hora de partir, pues habríamos de entrar nuevamente en la aventura para bajar a la carretera donde nos pudiera recoger un autobús.
En esas estabamos cuando de pronto aparecieron dos niños de 11 o 12 años, y atrás de ellos, bajando por la Mesa de las Tablas, un río de gente seguidos de un camión todo terreno.
La ceremonia se llevaría a cabo. Autoridades de Lagos, Comanja, del Estado de Jalisco, Banda de Guerra, músicos, poetas, descendientes directos de nuestros martires. Y representando a nuestro Ejercito Nacional, un pequeño batallón del cuerpo de Rurales.
De pronto vi ocupado todo el Fuerte, en total seríamos unas 300 personas ahí reunidas, cosa que me hizo imaginar como es que se vería el Fuerte cuando la aldea vivía su mejor momento.
La emoción me volvió a envolver, la ceremonia dió inicio, una ceremonia sencilla pero muy emotiva. Y entonando nuestro Himno Nacional no pude contener las lágrimas. Estaba, como un día lo habría imaginado, dando gracias a cada uno de nuestros insurgentes que dieron su vida por conseguir la Libertad.
Honores, recuerdos, poesías, cantos, una bonita ceremonia
Y volvieron a retumbar los sonidos de las armas en el Nido de Águilas, pero esta vez en homenaje a todos nuestros insurgentes defensores del Fuerte del Sombrero.
Y con estos disparos y esta ofrenda se dio por terminada la ceremonia, después fuimos invitados por Don Mario Gómez Mata y un señor muy amable, que solo recuerdo que se llama Jesús, a una comida prevista para toda la delegación que subió al fuerte, allá en Comanja...y que realmente no pudimos hacernos del rogar...¡Ah, Que ricas carnitas...!
|
El monumento presenta este enorme hoyo, como si alguien hubiera buscado algo, no se porque me acordé de aquellos señores que nos encontramos. | | | |
|
|
|
Una vista hacia Lagos de Moreno, Jalisco |
La Barranca de Rincón
La Hermosa Sierra de Comanja
La hora de partir, todos hacia los vehículos para llegar a la comilona. Al fondo a la izquierda se aprecian las antenas de microondas.
Adiós Nido de Águilas, otro día volveré...
Subiendo por la Mesa de las Tablas
Y para terminar, me di la libertad de escribir algo de lo que el Dr. Agustín Rivera apuntó en la conclusión de su magnífico libro Viaje a las Ruinas del Fuerte del Sombrero:
"Gócese en horabuena la Italia con su Edna y su Vesubio, la antigua Troya con su Ida y la Grecia con su Himeto, su Parnaso, su Olimpo y su Helicona. ¡Lagos, tú tienes siempre a tu vista el monumento perpetuo de tu gloria, la palestra en que combatieron tus padres, el altar sobre el que corrió su sangre y la tumba colosal en que reposan sus cenizas: el Cerro del Sombrero! En las luchas fraticidas, este monte permanecerá velado con una nube; pero en las lides por la Independencia y el engrandecimiento de la patria, desde al despuntar la aurora verás su hermoso perfil dibujarse en el oriente, y el Sombrero será tu inspiración. Acuérdate que tus padres subieron a este monte no a gustar una miel como las de las abejas de Himeto, sino a padecer por la patria el hambre de muchos días; que no subieron a apacentar pingües rebaños y a dormir a la sombra del amaraco, como Paris, Ganimedes y Ascanio en la cumbre del Ida, sino a presentar en derredor de Moreno un cuadro de sublime dolor: hombres y mujeres pálidos y con los ojos hundidos; nuevas amazonas que combaten arrojando piedras; hombres vendados, el uno de un brazo, el otro de un pie, el otro de la cara: todos en pie, jurando defender la Independencia de México; que no subieron a platicar con las graciosas musas del Parnaso, sino a disparar el fusil, blandir la lanza y la espada y platicar sobre las peñas, al bramido de las balas de cañón que derribaban las cabezas; y en fin. que no subieron a tocar la lira y a coronarse de los poéticos laureles del Olimpo, sino a coronarse de laureles guerreros y a dar la vida por la patria.
¡Cerro del Sombrero! ¡Peñasco de los recuerdos, fuente del sentimentalismo! Tu simpatizas con todos los corazones que aman mucho lo sublime y lo patético; con todas las almas que buscan las ruinas, y por esto me llevaste a las tuyas..."
Agosto 22 del 2010
Agradezco a mi esposa Fabiola por ser siempre mi cómplice en estas mis locuras. Y a Don Óscar González Azuela y a Don Mario Gómez Mata por toda su información y lo accesible que han sido conmigo...Gracias.